InicioBurkina FasoEl masivo ataque yihadista en Burkina Faso y una junta sobrepasada.

El masivo ataque yihadista en Burkina Faso y una junta sobrepasada.

La localidad de Djibo, en el norte de Burkina Faso y cerca de la frontera con Mali, fue atacada por una gran concentración de fuerzas yihadistas el domingo 26 de noviembre de este año. La Agencia de Información Burkinés cifraba en “cerca de 3.000 terroristas” el número de atacantes. Pero como señalaba la crónica de Radio France Internacional “no puede verificarse de forma independiente”.

Uno de los puntos focales del ataque fue el destacamento militar, que corrió la misma suerte que el resto de la ciudad de ser ocupado y saqueado. Entre los lugares atacados se encuentra también un hospital de campaña y un campamento de desplazados. Djibo ha estado sometido a asedio de las fuerzas yihadista desde hace un año, dificultando la llegada de ayuda humanitaria. Así, el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas ha tenido que recurrir al empleo de helicópteros para la entrega de alimentos en las localidades aisladas de Burkina Faso. Véase al respecto, anteriormente en OSINT Sahel, “Los helicópteros Chinook contratados por la ONU en Burkina Faso para combatir la crisis alimentaria”.

La cuenta de Wamaps en la red social X (anteriormente Twitter) proporcionó diversos datos del ataque. Habría sido llevado a cabo por los grupos Ansarul Islam y el Frente de Apoyo al Islam y los Musulmanes (más conocido por las siglas JNIM). El segundo habría participado a través de las unidades (katiba) Macina y Serma. Según Wamaps, el ataque habría tenido lugar entre las 15 y 18 horas del día 26 de noviembre y habría sido lanzado desde tres ejes sobre Djibo.

Los yihadistas usaron como punta de lanza un vehículo blindado tipo MRAP de origen sudafricano OTT Puma M26 capturado, además de todoterrenos y motocicletas. El balance de víctimas sumaba 24 militares y milicianos de la fuerza Voluntarios para la Defensa de la Patria, además de unos cuarenta civiles. Dos días después del ataque, la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas confirmó la existencia de víctimas civiles, dando la cifra de, al menos, 40 fallecidos y 42 heridos.

La respuesta de las fuerzas armadas burkinesas incluyó el empleo de medios aéreos, circulando en redes sociales imágenes de los ataques y sus resultados. En el contraataque gubernamental habrían tenido un papel destacado los drones de origen turco Bayraktar TB2 y las municiones guiadas MAM-L, producidas también en Turquía por la empresa ROKETSAN.

La junta militar que preside Burkina Faso compartió un vídeo en Facebook con las imágenes captadas por los drones y el resultado de sus ataques “a la reconquista del territorio”, destacando el uso por parte de las yihadistas de grandes concentraciones de combatientes en motocicleta. La difusión de motocicletas económicas en el Sahel y su empleo a modo de “caballería ligera” fue tratado anteriormente en OSINT Sahel en “La caballería ligera yihadista: el creciente empleo de motos en los conflictos del Sahel”. Las imágenes fueron difundidas también por la Radio Televisión Burkinesa.

Según recogía la Agencia de Información Burkinabé, el balance provisional de bajas entre las fuerzas yihadistas fue de “400 terroristas neutralizados”. Estas cifras contabilizaban sólo los cuerpos que quedaron sobre el campo y no incluirían aquellos que murieron en la retirada a través de la sabana, ya que el ejército burkinés se lanzó en persecución de los yihadistas que sobrevivieron al contraataque del lunes día 27 de noviembre.

Este ataque refleja un aumento de la violencia yihadista en Burkina Faso, que sufrió dos golpes de Estado en 2022. La justificación de las juntas militares que ahora gobiernan en Mali, Burkina Faso y Níger es que las democracias han sido incapaces de hacer frente a la amenaza yihadista, que las iniciativas de diálogo han sido inútiles y se requiere de un gobierno fuerte en manos militares. Sin embargo, la falta de resultados es notoria. Y en Burkina Faso se acumulan rumores de mal estar entre las fuerzas armadas, con detenciones de presuntos golpistas mientras la junta militar vive una deriva autoritaria.

Según recoge The New Humanitarian, desde 2019 dos millones de personas se han convertido en desplazados por la violencia en Burkina Faso, mientras que 4,7 del total de 22 millones de habitantes del país requieren asistencia. Esta última cifra refleja un aumento de un millón respecto a 2022. Y recoge el testimonio del sociólogo burkinés Jacob Yarabatioula que afirma “el ejército está sobrepasado por esta guerra”.

Una vez cortados los vínculos militares con Occidente mientras aumenta la violencia de los grupos armados,, podemos esperar que las juntas militares que gobiernan en Mali, Níger y Burkina Faso, refuercen sus vínculos. Un paso concretado recientemente con la formación de la Alianza de Estados del Sahel. Sin perder de vista tampoco la posibilidad de que la junta militar de Burkina Faso siga los pasos de la junta maliense y busque un aliado militar en Rusia. 

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