Durante la cobertura que hicimos en agosto en Osint Sahel del golpe de estado en Níger, descubrimos la influencia de china en el sector energético del país, particularmente en los pilares económicos del petróleo, uranio y electricidad. Desde la toma de poder de la nueva junta militar, la presencia militar rusa no ha hecho más que afianzarse. Presencia que ha sido fue oficializada por la visita del viceministro de Defensa el general Yunus-bek Yevkurov a un encuentro con los ministros de defensa de Mali y de Níger. Recientemente se ha detectado su presencia en el país.
En la arena diplomática y estratégica, Níger junto a Burkina Faso han solicitado la salida de la fuerza conjunta de G5 Sahel. Una consecuencia lógica al corte de fondos de la Comisión Europea en materia de seguridad tras el golpe de estado. Las juntas militares de Mali, Burkina Faso y Níger están estableciendo una aparente frente común político y militar ante la CEDEAO/ECOWAS y ante el terrorismo. Y se percibe que las reuniones bilaterales a nivel ministerial son fluidas.
Algunos actores hacen presencia como Kathleen FitzGibbon, la embajadora de Estados Unidos en Níger, que presento el sábado 2 de diciembre en Niamey sus credenciales ante el Ministerio de de Asuntos Exteriores. Mientras tanto, la NBC presenta un reportaje sobre las operaciones antiterroristas que se llevan a cabo con drones en la Base Aérea 201 de las tropas norteamericanas en Agadez. En la arena militar se retira el general de División Mahamadou Abou Tarka, mientras que el depuesto presidente Mohamed Bazoum continúa detenido.
Níger ha respondido al cese del apoyo europeo en términos de seguridad a la derogación de una ley de elaboración conjunta con la Unión Europea para desincentivar la inmigración ilegal. Esta ley ha sido revocada por la junta militar, lo que supondrá una mayor presión migratoria desde las costas libias.
No hemos visto una disminución significativa de los ataques terroristas ni una mejora de la seguridad. Por el contrario, el propio Ministerio de Defensa denuncia la situación de inestabilidad en la Triple Frontera: Níger, Mali, Burkina Faso. La insurgencia islamista continua sus series de ataques kamikazes.
En términos económicos, Francia ha cortado sus relaciones y Estados Unidos ha cancelado muchas de sus ayudas, mientras que la CEDEAO/ECOWAS y la Unión Europea han impuesto sanciones. Tres meses después del golpe los flujos esperados que supondrían un 3,6% del PIB solo ha alcanzado el 0,55% en 2023. Esta falta de capital dificultara no solo la capacidad para desarrollar proyectos sino para promover operaciones de seguridad. El primer ministro declaro en rueda de presan en septiembre que el gobierno aseguraría los salarios y el funcionamiento de la administración. En términos financieros aportó los datos del empeoramiento de la deuda de los 3.200 a los 5.200 millones de FCFA (Franco de la Comunidad Financiera de África).
Ante esta situación económica la alianza de los tres países liderados por juntas militares se reunió en Bamako, proponiendo la creación de un fondo de estabilización para luchar contras las restricciones y facilitar el libre comercio de mercancías. Los ministros de finanzas han declarado que cuando el plan se lleve a cabo, la alianza será un impulso para el Sahel. Alianza que también se haría extensible al ámbito energético y siempre dando prioridad a una soberanía económica.